La Regla 2 Minuto de estudios biblicos
La Regla 2 Minuto de estudios biblicos
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Tanto Cirilo de Jerusalén como Dídimo el Ciego trataron del Espíritu Santo en sus obras pero desde un punto de aspecto pastoral o espiritual, sin querer hacer teología.
Regalo de dones espirituales: otorga dones espirituales a los creyentes para que los utilicen en la edificación de la iglesia y la extensión del reino de Altísimo.
Los que dicen que el Obra de Los Hechos no es para el día de hogaño tienen la carga de la prueba. Si Hechos no es el modelo para la iglesia neotestamentaria, ¿Qué es el modelo?
En tanto que aliento, se puede sostener figuradamente que «deje». En tanto que fuerza creadora y vivificante, se puede sostener que «crea» y «mantiene creado» el mundo.
En este artículo, vamos a explorar la naturaleza, el origen y la obra del espíritu santo en la Nuevo testamento y en la historia de la iglesia. El espíritu santo es la tercera persona de la Trinidad, que, cercano con el Padre y el Hijo, forma el misterio de un solo Jehová en tres personas.
Mente: El Espíritu Santo tiene la capacidad de pensar, discernir y entender. Se le atribuye la tarea de revelar verdades espirituales a los creyentes.
El Espíritu de Dios ha sido una presencia constante a lo dilatado de la historia bíblica. A continuación, se presentan algunos ejemplos de su manifestación en el Antiguo y Nuevo Testamento:
En la Biblia, el Espíritu Santo es descrito como un consolador, un ayudador, un Director y un hábil. Él trabaja Interiormente de los creyentes para transformarlos a la imagen de Cristo y para equiparlos con los dones espirituales necesarios para servir a la Iglesia y cumplir la obra de Altísimo.
Estas descripciones comunican la idea que la persona que recibe el Espíritu Santo logra una unión personal e íntima con Jehová. Uno vive en contacto constante con Alá, y Altísimo llega a ser parte de su vida.
Y esta esperanza no nos defrauda, porque Altísimo ha derramado su inclinación en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha useful reference cubo.
El Espíritu Santo nos hace valientes y nos da un aprecio distinto por los que todavía no conocen a Alá. Con el poder del Espíritu Santo amamos a los demás y les mostramos el Fruición que trae vivir en paz con Jehová.
Notar la presencia del Espíritu Santo nos confirma nuestra realidad: ¡somos hijos de Todopoderoso! Esa certeza nos lleva a tener una relación cercana y preciosa con nuestro Padre celestial. Nuestra verdadera identidad está ahí: somos hijos del Todopoderoso todopoderoso y nadie podrá cambiar eso en absoluto.
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Aún estaba Pedro diciendo estas palabras cuando descendió el Espíritu Santo sobre todos los que le oían, quedando fuera de sí los circuncidados de que el don del Espíritu se derramase sobre los gentiles porque les oían departir en varias lenguas y glorificar a Jehová.